lunes, 18 de mayo de 2009

Blood

Se mantuvo paralizado por unos cuantos segundos, los cuales en realidad se sintieron como una agónica eternidad, las gotas de sudor causados por el impacto se acumularon en su frente y lograron mezclarse a las causadas por la acelerada caminata de hace unos momentos, el sufrimiento en su pecho se disipó y fue nublado por las ideas que volaban por su mente, miles de ellas pero sin embargo todas eran irreconocibles. Dejó caer el periódico sin lograr su cometido de averiguar la fecha y lugar en donde estaba, el sonido del bulto en el suelo lo hizo incorporarse y voltear la mirada atrás, guardó la cartera y dio unos pasos hacia la esquina de la acera aún húmeda por la precipitación de la mañana
– Jhon Paul Hunter… Hospital Angeles de la Esperanza… No recuerdo nada…- levantó la mano derecha y la dirigió a su frente frotándola levemente
– Que me está pasando? demonios… Tengo que averiguar quién soy-

Como pudo caminó hacia la banca más cercana y se dejó caer, con las piernas abiertas, pies con puntas en direcciones contrarias, los codos en cada muslo, la cabeza entre sus manos y la vista firme en el concreto.
– Qué diablos me está pasando?- intentó recordar algo, lo mas mínimo sobre su vida lo cual le resultó imposible, algún nombre, alguna señal, algún indicio de quien era, de donde estaba y de porque no recordaba nada, pero vez tras vez el mismo resultado, todo estaba en blanco.
Los sonidos de la sirena aproximándose lo despertaron de su inútil trance, al acercarse la unidad el volúmen de la sirena incrementaba, con el paso del tiempo la tuvo a escasos veinte metros de él, era un modelo antiguo y elegante, con los tradicionales colores en blanco y negro, la sirena en forma de trompeta de metal por arriba del parabrisas y dos luces de color rojo obscuro a cada lado, de ella descendieron dos agentes, el primero iba al volante, media unos 155 centímetros y estaba evidentemente en sobrepeso, portaba un escaso bigote que de haberlo conocido más de fondo hubiera sabido que lo teñía todos los domingos con la esperanza de hacerlo aparentar más abundante, se vislumbraba que rengueaba al caminar y que los años le habían cargado factura, de estar cerca se lograba notar que el portanombre de metal que colgaba del uniforme azul oscuro que vestía mostraba la leyenda Oficial J. García ; el segundo policía bajó de la puerta del copiloto, era bastante alto alrededor de los 195 centímetros , delgado casi esquelético y evidentemente mas joven que el primero, sin duda era una especie de aprendiz en la agencia policial, de piel pálida y cabello rizado pelirrojo, bastante torpe y a lejos se le notaba la admiración por su compañero y mentor, su placa recién grabada portaba el nombre de Oficial M. del Prado.
Jhon los miró desde lejos, captó su atención que hayan estacionado la unidad justo frente a la puerta del cuarto de donde escapó hace unos míseros minutos. El par de agentes se dirigieron a la puerta y con esfuerzo compartido lograron destrozar la cerradura y abrirse camino.
-Mira del Potro- dijo García
-Del Prado señor, del Prado-
-Como sea Del potro, Del prado, Del Monte es lo mismo… aquí en este oficio serás testigo de algunas cosas macabras, cosas que uno no pudiera pensar que otro ser humano fuese capaz de hacer- se le dificultaba en sobremanera a García el caminar y hablar al mismo tiempo, causa en parte de su sobrepeso y edad así como los años de fumador asiduo –verás, hoy te ha tocado iniciar con algo al parecer muy especial, muy seguido tenemos llamadas de soplones pero me huele que esta es especial, uno tiene olfato para estas cosas sabes?, no siempre escuchas esa voz, era raspoza… muy singular.. describió con mucha calma la escena, hasta parecía disfrutarlo-
Se incorporaron y tomaron dirección hacia el interior del cuarto con cautela, Del Prado tomó una linterna y la encendió para vislumbrar mas claramente lo que les aguardaba dentro de esas cuatro viejas paredes de ladrillo gastado.
Jhon hizo un gran esfuerzo por adquirir la vertical lo mas pronto posible y caminar hacia la pareja de oficiales, tratando de llamar la atención lo mas mínimo, paso tras paso sentía que algo no estaba bien, que de alguna manera el estaría involucrado, cada vez… cada paso se encontraba más y más cercano, escuchó la voz visiblemente afectada del espigado policía anunciando alguna clave solicitando la presencia de más agentes, en unos cuantos pasos Jhon estuvo frente a la puerta y logro de reojo mirar un poco hacia adentro, la luz era muy escasa y no logró averiguar lo que pasaba, solo fue capaz de ver al alto policía desechar el desayuno grotescamente en forma de regurgitación violenta, decidió dar un paso a un lado y se puso de espaldas a la pared del edificio, como si se estuviera escondiendo de algo, la respiración le falló y de nuevo el duro golpe en el pecho que le agobiaba los pulmones, trastabilló de regreso hacia la banca más cercana y nuevamente perdió el conocimiento…

Volvió en si al escuchar el ajetreo, voces gritando en distintos idiomas y en distintas intensidades, luces de fotografías y el golpeteo de los zapatos de trabajo los cuales al unirse fungían como una especie de himno a la morbosidad, levantó la mirada y entre la multitud logro distinguir la razón de la conmoción , los dos policías empujaban una camilla con el cuerpo sin vida de una joven y atractiva mujer de unos veinticinco años pensó, de cabello largo y bien cuidado, de color vino tinto, delgada casi de manera enferma, vestía ropa interior negra y una camiseta blanca de cuello en v, la prenda sin embargo mostraba algo peculiar, fuera de lugar, una mancha de color mas intenso, un prominente rojo oscuro por la parte frontal superior, Jhon se estremeció al reconocer aquella mancha, era el color de la sangre, se estremeció aún mas al ver la herida de la cual era proveniente, era una lesión profunda y violenta que corría por lo largo de aquel frágil y lánguido cuello, Jhon no pudo hilar pensamientos… el había estado ahí con ella…

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